The Economist redefine su modelo en la era post-search para fortalecer los ingresos y la relevancia
En un contexto en el que los modelos de lenguaje podrían sustituir a Google como puerta de entrada a la información, The Economist prepara un plan trienal que combina diversificación de formatos, innovación tecnológica y marketing directo para blindar su modelo de negocio frente a la disrupción de la IA generativa.
Durante dos décadas, la estrategia digital de la mayoría de publishers ha girado en torno al tráfico de referencia procedente de Search y Social Media. Sin embargo, la adopción acelerada de LLMs y asistentes conversacionales está desplazando el punto de acceso inicial a la información: cada vez más usuarios recurren primero a plataformas de IA en lugar de buscar en Google.
Para Luke Bradley-Jones, presidente de The Economist, este cambio exige replantear la relación con la audiencia: “En un mundo con IA, todos (yo incluido) nos volveremos un poco más perezosos, conformándonos con respuestas ‘suficientemente buenas’ de plataformas de IA. Por eso, mantener la relación directa con el lector será más exigente que nunca”.
La cabecera, fundada en 1843, celebrará este mes una reunión estratégica para consolidar un plan de tres años que pivota sobre cuatro ejes:
Refuerzo de formatos diferenciadores difíciles de replicar por IA, como vídeo y audio.
Profundización de la relación directa con lectores, reduciendo la dependencia de intermediarios.
Protección activa de sus contenidos frente a plataformas de IA.
Diversificación de ingresos, con mayor foco en publicidad y nuevos productos.
Vídeo como barrera competitiva frente a la IA
Una de las iniciativas más visibles es Insider, un nuevo formato de vídeo de larga duración que se estrenará el 9 de octubre. Esta serie, integrada en la suscripción, ofrecerá a los lectores una visión privilegiada de los debates internos de la redacción, con programas de 30 a 60 minutos transmitidos en directo dos veces por semana y disponibles bajo demanda.
Cada mes, Insider abordará cuatro temáticas: defensa, geopolítica, economía y tecnología. Participarán algunos de los principales editores de la publicación, como Shashank Joshi (Defensa), David Rennie (Geopolítica), Rachana Shanbhogue, Henry Curr y Mike Bird (Economía y Finanzas), y Tom Standage (The World Ahead), junto con líderes internacionales y responsables políticos.
Este formato representa un cambio significativo respecto a la producción audiovisual previa de The Economist, centrada en shorts y piezas explicativas. Insider abre espacio para narrativas más profundas y humanas, difíciles de sintetizar por modelos de IA, y permite estrechar la relación con suscriptores mediante sesiones interactivas y Q&As con publishers.
Según informa Digiday, la iniciativa también tiene una dimensión comercial: estos espacios premium ofrecen nuevo inventario publicitario de alto valor. Anthropic, creador de Claude AI, será el patrocinador de lanzamiento, un signo de cómo las marcas tecnológicas buscan asociarse con contenidos periodísticos de alta calidad.
“The Economist debe mantener su autenticidad de marca y no diluir su credibilidad tratando de imitar a creadores nativos de plataformas. Su ventaja es precisamente su autoridad editorial”, explica Laura Darcey, analista de Enders.
Un enfoque defensivo: no licenciar contenidos a plataformas de IA
Mientras muchos publishers exploran acuerdos de licencia con plataformas de IA para monetizar su archivo, The Economist ha adoptado una posición firme de no licenciar y bloquear activamente el rastreo de sus contenidos mediante su proveedor CDN, Cloudflare.
“Estamos construyendo nuestro negocio para un entorno en el que no esperamos recibir tráfico de esas plataformas. Sus modelos están diseñados para ser destinos finales, no para devolver clicks”, recalca Bradley-Jones.
En lugar de esperar compensaciones, el publisher planea usar estas plataformas como escaparates de marca, permitiendo que determinadas historias aparezcan de forma controlada para reforzar su visibilidad, pero sin abrir acceso indiscriminado a sus contenidos. Este enfoque refleja una visión a largo plazo: en lugar de depender de acuerdos inciertos con tecnológicas, The Economist apuesta por fortalecer su propuesta de valor directa y crear barreras competitivas difíciles de erosionar.
Construir productos propios con IA: del archivo al diálogo
Paralelamente, la compañía ha lanzado The Economist AI Lab, un laboratorio interno que agrupa a ingenieros, diseñadores y líderes de producto con un mandato claro: explorar cómo la IA puede mejorar la experiencia de los suscriptores.
El primer gran proyecto es un modelo lingüístico interno, alojado dentro de la web, que permitirá a los lectores interactuar directamente con los contenidos de la publicación mediante prompts. Los usuarios podrán hacer preguntas, pedir aclaraciones o explorar distintos puntos de vista dentro de un artículo, con respuestas fundamentadas en el archivo histórico y la experiencia de los periodistas.
La meta es clara: ofrecer una experiencia interactiva y multiformato (desde resúmenes hasta análisis extensos) que aporte un valor añadido que las IA generalistas no pueden replicar fácilmente.
Activación de audiencias y expansión de registros
En paralelo, The Economist busca convertir sus 70 millones de seguidores sociales en usuarios registrados y monetizables. La estrategia incluye mecanismos sencillos de registro con email sin necesidad de contraseña, que permitan acceder a un número limitado de artículos gratuitos. Esta táctica responde a un desafío clave: sin el flujo constante de tráfico orgánico procedente de buscadores, los publishers deben cultivar activamente la parte alta del funnel, creando puntos de contacto propios con nuevas audiencias.
Una vez registrados, estos usuarios podrán ser progresivamente convertidos en suscriptores o monetizados vía publicidad segmentada. Además, la publicación ha comenzado a experimentar con newsletters temáticas en Substack para explorar nuevos nichos sin canibalizar su paquete principal.
El contexto económico de The Economist es sólido: 1,25 millones de suscriptores (+3% interanual), con las suscripciones digitales creciendo un 8% y unos ingresos anuales de 368,5 millones de libras. Sin embargo, la dirección es consciente de que la solidez no equivale a inmunidad.
Su estrategia de vídeo, defensa de contenidos, productos propios de IA y activación de audiencias busca diferenciar radicalmente su propuesta frente a un entorno informativo cada vez más homogéneo y automatizado.
“Estamos redefiniendo cómo nos presentamos ante nuestros lectores actuales y las próximas generaciones. Parte de eso es diferenciarnos claramente del contenido generado por IA, pero también es mantenernos relevantes para seguir aquí otros 180 años”, concluye Bradley-Jones.
Puntos clave:
The Economist prepara un plan trienal para adaptarse a un ecosistema dominado por IA, centrado en vídeo, control de distribución y nuevos productos interactivos.
La publicación bloquea a plataformas de IA en lugar de licenciar su contenido, apostando por reforzar su propuesta de valor directa.
Su estrategia incluye activar audiencias sociales, desarrollar un LLM propio y diversificar ingresos con inventario publicitario premium.
Este resumen lo ha creado una herramienta de IA basándose en el texto del artículo, y ha sido chequeado por un editor de PROGRAMMATIC SPAIN.
