El fallo antimonopolio contra Google preserva el statu quo en Search: estas son las medidas aprobadas
La resolución del juez Amit Mehta en el caso antimonopolio contra Google por su dominio en el mercado de las búsquedas ha generado frustración en gran parte del ecosistema publicitario y editorial. Aunque en 2024 el tribunal dictaminó que Google ejercía un monopolio ilegal, las medidas correctivas finalmente impuestas esta semana se consideran de bajo impacto, al dejar prácticamente intacto el modelo de negocio del gigante tecnológico.
Entre las medidas aprobadas (en inglés, “remedies”), destacan:
Fin de los acuerdos de exclusividad: Google no podrá vincular Search, Chrome, Assistant o Gemini a Play Store o acuerdos de revenue share.
Más libertad para los socios: fabricantes, carriers y navegadores podrán distribuir servicios rivales junto a las apps de Google.
Pagos preservados: Google podrá seguir pagando por ser opción por defecto o preinstalada, siempre que no implique exclusividad.
Acceso a datos para competidores: la competencia tendrá acceso a parte del índice de búsqueda y a los datos de interacción de usuarios.
Syndication bridge: los competidores podrán acceder al buscador y a la red de anuncios de texto en condiciones comerciales estándar.
Transparencia en subastas: obligación de informar sobre cambios relevantes en las subastas publicitarias.
Supervisión independiente: un comité técnico de cinco miembros con experiencia en IA, economía y privacidad controlará el cumplimiento.
Duración del mandato: seis años, más de lo que pedía Google, pero menos de lo que reclamaba el DOJ.
Salvaguardas en IA: se pretende evitar que el poder de Google en búsqueda se traslade a Gemini u otros productos de IA generativa.
El mandato de estas obligaciones será de seis años, un periodo superior al que solicitaba Google (tres), pero inferior al planteado por el DOJ (diez).
Qué queda fuera
El tribunal, sin embargo, descartó las propuestas más duras del Departamento de Justicia: la venta forzada de Android y Chrome, la introducción de pantallas de elección de buscador en dispositivos Google, la limitación de la auto-preferencia en resultados o la creación de nuevos derechos para publishers sobre el uso de sus contenidos.
No habrá desinversión de Android ni Chrome, lo que preserva los activos más estratégicos de Google.
No se introducirán pantallas de elección de buscador en dispositivos.
No se otorgarán nuevos derechos a los publishers sobre cómo Google usa su contenido.
No se limitará la auto-preferencia en los resultados de búsqueda.
No habrá reglas contra represalias ni obligaciones de informar sobre inversiones o adquisiciones.
No se restringirá de forma amplia la capacidad de Google para competir en IA, más allá de vetar exclusividades.
Estas medidas habrían impactado directamente en la ventaja competitiva de Google, limitando su acceso privilegiado a datos de usuarios y reduciendo su posición como buscador por defecto en millones de dispositivos. Su rechazo supone que la compañía mantiene el control sobre sus activos estratégicos más rentables.
Un contexto marcado por la IA
El fallo llega en un momento en el que el mercado Search ya no se parece al de 2020, cuando comenzó el proceso judicial. La inteligencia artificial generativa ha irrumpido con fuerza en la búsqueda conversacional y sin click, modificando las reglas del juego.
El propio juez Mehta reconoció que la presión competitiva de nuevos actores de IA influyó en su decisión de optar por sentencias menos invasivas. “La competencia es intensa y la gente puede elegir fácilmente los servicios que desea”, declaraba Google en su declaración oficial.
Para algunos analistas, esta justificación diluye el peso de la sentencia. “Se reconoce que Google es un monopolio, pero las medidas no parecen capaces de limitar su poder en Search de forma significativa, al menos a corto plazo”, afirma Erez Levin, consultor en Emet Advisory y ex empleado de Google.
Publishers: los grandes olvidados
El sector editorial se siente especialmente perjudicado. Gisele Navarro, editora de HouseFresh, señala que la decisión “consolida un oligopolio” y no ofrece protección frente a prácticas que han reducido drásticamente el tráfico y los ingresos de los medios digitales.
Ejemplos recientes lo ilustran: Salon ha perdido más del 75% de su tráfico en Search en un año, según su ex CRO, Justin Wohl, debido al auge de resultados generados por IA que responden directamente a las consultas sin derivar clicks a los medios de origen. “Google puede compartir datos con competidores, pero nada cambia el hecho de que la gente ya no hace click como antes”, señala Wohl.
En consecuencia, la resolución no aborda la dependencia crítica de los publishers de un modelo de descubrimiento de contenidos cada vez más controlado por Google y, ahora, también por otros buscadores impulsados por IA.
Expectativas vs. realidad
El caso de Search se centró en la competencia entre plataformas y no en los daños a los publishers, por lo que era improbable que ofreciera soluciones directas a su pérdida de tráfico y monetización. Sin embargo, muchos mantenían la esperanza de que el fallo incluyera medidas que equilibraran la relación de poder con Google, algo que finalmente no sucedió.
El sector espera al juicio antimonopolio sobre AdTech, que comenzará el 22 de septiembre en Virginia. En este proceso, que afecta a la posición dominante de Google en el lado de la oferta y a su Ad Server, los publishers confían en que puedan adoptarse remedios más contundentes y específicos para sus intereses.
Balance del fallo
Los analistas coinciden en que Google es, de nuevo, el gran beneficiado. Evita la desinversión de activos estratégicos, conserva su capacidad de pago para ser buscador por defecto en navegadores como Safari o Firefox y mantiene el control sobre la arquitectura de sus servicios.
Los competidores ganan acceso limitado a datos y algunas garantías para distribuir sus buscadores, pero siguen lejos de estar en igualdad de condiciones. Los publishers, por su parte, vuelven a salir como los grandes perdedores, sin nuevas herramientas para defender su posición en un mercado donde la visibilidad y el tráfico dependen, en última instancia, de las decisiones de Google.
Para el DOJ, la sentencia se interpreta como una victoria agridulce: consigue establecer supervisión y ciertos límites, pero fracasa en impulsar un cambio estructural. Como apuntaba un ejecutivo de agencia a AdExchanger: “Desde que se publicó el fallo, queda más claro que Google no tiene demasiado de qué preocuparse”.
Puntos clave:
El fallo del juez preserva el statu quo de Google. Se imponen limitaciones a acuerdos exclusivos y obligación de compartir algunos datos, pero se descartan medidas estructurales como separar Android o Chrome.
Los publishers son los grandes perdedores. No se introducen protecciones frente a la pérdida de tráfico ni derechos adicionales sobre el uso de sus contenidos, en un mercado ya transformado por la búsqueda con IA generativa.
Google sigue siendo el principal beneficiado, mantiene sus activos estratégicos, sus acuerdos de distribución y gran parte de su modelo de negocio, mientras que los competidores solo logran un acceso limitado a datos.
Este resumen lo ha creado una herramienta de IA basándose en el texto del artículo, y ha sido chequeado por un editor de PROGRAMMATIC SPAIN.
