Publishers vs. AI: entre acuerdos y regulaciones

El sector editorial se encuentra ante un dilema estructural que recuerda a la disrupción programática de hace una década: o define sus reglas de participación ahora, o quedará relegado a un papel subordinado en un mercado controlado por terceros. La diferencia es que, con la IA, el coste de la inacción es mucho más rápido y visible: caída de tráfico, pérdida de ingresos publicitarios y cuestionamiento de los modelos de suscripción. Los ejemplos abundan. Norine’s Nest, un pequeño site de recetas, ha perdido casi la mitad de su tráfico en un año debido a los resultados de búsqueda de “zero click” impulsados por IA. En paralelo, incluso los muros de pago se ven vulnerados: los modelos de lenguaje citan contenido de pago que ni siquiera los propios usuarios pueden leer sin suscripción. En la práctica, la IA está reconfigurando el acceso a la información con una lógica que ignora derechos de autor, atribución y modelos de negocio preexistentes.

La reacción de la industria editorial oscila entre la presión regulatoria y el dealmaking con plataformas. Mediavine, que da servicio a más de 17.000 publishers, ha elevado una petición formal a la Oficina de Copyright de EE.UU. pidiendo una regulación urgente que garantice compensación, transparencia y la exclusión de “fair use” como excusa para el entrenamiento de modelos. La narrativa es muy clara: los editores no pueden permitirse un “esperar y ver” mientras su negocio se desangra.

Del otro lado, aparecen propuestas de revenue sharing como Comet Plus de Perplexity. Sobre el papel, el modelo es atractivo: repartir el 80% de los ingresos de suscripción (5 dólares al mes) con publishers participantes, tanto por visitas, como por citas en respuestas o uso por agentes de IA. En la práctica, hablamos de un pool limitado de 42,5 millones de dólares frente a unos ingresos anuales estimados de 120 millones. El desequilibrio es evidente, más aún cuando la suscripción apenas alcanza al 3% de los usuarios: suficiente para cubrir el pool comprometido, mientras cada nuevo abonado se convierte en upside puro para la plataforma.

Es difícil no ver en estos acuerdos más un colchón reputacional frente a futuras demandas que una solución estructural para los medios. Aceptar un revenue share de este tipo puede debilitar la capacidad negociadora de los publishers y poner en riesgo sus propios ingresos de suscripción, al desplazar el valor hacia un intermediario que controla el acceso.

Lo incómodo es que esta película ya la hemos visto: en la primera ola programática, los publishers aceptaron fees crecientes y opacos de intermediarios con la promesa de escala. El resultado fue un deterioro del CPM neto y una pérdida de control sobre el supply chain. Con la IA, el riesgo es aún mayor: no se trata solo de monetización, sino de la pérdida del tráfico mismo que sostiene cualquier modelo editorial.

La pregunta de fondo es estratégica: ¿quieren los publishers convertirse en proveedores de datos para modelos generativos, cobrando un canon limitado por cada uso, o quieren organizarse como industria para definir un estándar común de licencias, atribución y compensación real? IAB Tech Lab ya ha abierto un grupo de trabajo (CoMP) para protocolos de monetización, pero sin la participación activa de OpenAI, Perplexity o Anthropic, su capacidad de presión es mínima. El problema no es técnico: ya existen mecanismos de atribución, Data Clean Rooms para servir feeds de contenido bajo licencia, y contratos que limitan el uso. El problema es de poder de negociación y ahí los publishers llegan divididos, con unos firmando acuerdos bilaterales, otros apostando por litigios y la mayoría esperando que los reguladores actúen.

En Europa, donde la protección del copyright es más robusta y el mercado editorial está más concentrado, existe una oportunidad para imponer reglas más claras, pero sin una estrategia común, cada acuerdo aislado refuerza la asimetría: las plataformas obtienen cobertura legal y narrativa de responsabilidad social, mientras los publishers hipotecan su futuro a cambio de ingresos que no escalan. El paralelismo con la programática es inevitable: cuando los Publishers cedieron el control del stack AdTech, tardaron una década en intentar recuperarlo con iniciativas de SPO, ads.txt o direct deals. Con la IA, ese margen temporal no existe, la erosión es instantánea y la ventana de negociación se mide en meses, no en años.

La conclusión es algo incómoda: si los publishers no definen un frente común y un modelo de compensación estructural, el negocio editorial se convertirá en materia prima gratuita para agentes generativos, con la misma lógica extractiva con la que Google y Meta drenaron su valor publicitario. La única diferencia será que esta vez, además del dinero, perderán la visibilidad y la relación directa con su audiencia.

Puntos clave:

  • La IA generativa erosiona simultáneamente tráfico, publicidad y suscripciones, dejando al publisher sin margen de maniobra.

  • Modelos de revenue sharing como Perplexity Comet Plus ofrecen más cobertura reputacional a las plataformas que soluciones sostenibles para los medios.

  • El problema no es técnico, sino de poder de negociación: sin una estrategia común y reglas claras, los publishers repetirán el error de la programática, pero con consecuencias más rápidas y profundas.

Este resumen lo ha creado una herramienta de IA basándose en el texto del artículo, y ha sido chequeado por un editor de PROGRAMMATIC SPAIN.

 
Gossip Boy

Profesional senior del sector publicitario. Por razones obvias, escribe bajo pseudónimo. Experto en programática, estrategia de medios y estructuras de poder en el ecosistema digital.

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